Fuente: Consultario. Suplemento de Cultura
Hace algunos años, en la presentación previa a la tesis de maestría de una alumna mía del IPN, en el Centro de Investigación en Medio Ambiente y Desarrollo (Ciemad), tuve una ríspida discusión con un investigador que objetaba la manera en que se presentaban las referencias bibliohemerográficas. Argumentaba que tenían que hacerse de acuerdo a un modelo para mí absurdo, que le llamaban “sistema de Harvard”. Yo llevé, para refutarlo, un libro extraordinario escrito por Krogmann, titulado How to write a scientific paper, donde de manera magistral explica las diferentes maneras de citación de los trabajos y autores utilizados como sustento de una investigación. Con ese texto le mostré a mi interlocutor que era incorrecto sostener que había un sistema universal de citación y que en realidad la manera de hacerlo es la que se indica por la revista o editorial donde se pretende publicar.
Ese sistema llamado “de Harvard”, ahora denominado APA —por la Asociación Psicológica Americana (American Psychological Association)— es sin duda aberrante y en lo personal no lo acepto, salvo que me obliguen a usarlo. Sin embargo, se ha convertido en la moda cada vez predominante en numerosas publicaciones e incluso asunto obligado en la presentación de tesis y trabajos universitarios. El colocar un apellido, una inicial y un año entre paréntesis, además de romper la coherencia del texto no dice nada. Por ejemplo: (Fernández, J., 2003). ¿Quién es ése?
Una anécdota simpática al respecto es que cuando estaba de año sabático en la Universidad Complutense de Madrid, mi amigo, jefe del Departamento de Biología Celular y de la Sección de Historia de la Biología —que se ubicaba ahí— se llama Joaquín Fernández Pérez, y entrando a la facultad, en la librería había un libro que se titulaba Historia de la educación ambiental en España, por Joaquín Fernández. Pensé de inmediato que el autor era mi amigo, biólogo e historiador (igual que yo), y entonces llego a su oficina y le pido que me preste, venda u obsequie un ejemplar, y él monta en gran enojo y me dice: “Yo no soy el autor, es un gilipollas, que tienes la osadía de llamarse como yo, pero soy Joaquín Fernández Pérez y ése es Joaquín Fernández Sánchez.” Ésa es una muestra de la gravedad de citar de esa manera, que conduce a una carencia de rigor metodológico.
Pero a qué obedece esa moda de citación. Yo estoy convencido de que se trata de una forma de colonización cultural, y sin querer parecer un izquierdista trasnochado, es una forma de imposición del imperialismo yanqui. Hay variantes en ese “estilo APA”, donde a veces incluyen el número de página, que es crucial para ubicar la referencia, pero en la gran mayoría de las veces no. Entonces, ¿cómo va uno a sustentar las ideas en las que se basa? Aquí de nueva cuenta entra la reflexión sociológica acerca del “efecto de moda” y las leyes de la imitación planteadas por Gabriel Tarde, pero lo más grave de ello es que se intenta institucionalizar esa forma de proceder, lo cual en el caso de una universidad violenta el principio de la libertad de cátedra, como en el caso en el que un director de tesis se opone a esa forma de citación y al alumno lo obligan a utilizarlo.
Aquí se entrelazan colonialismo, supeditación cultural, efecto de moda, leyes de la imitación y autoritarismo, contario todo ello a la libertad de pensamiento y de creación. Para mí “APA” son las siglas de la “Asociación Psicoanalítica Argentina” —donde no se citaría así—, pero no, son las de la Asociación Psicológica Americana, por cierto, dominada por la visión conductista, la que diseñó los bombardeos con “napalm” en la guerra de Vietnam. De tal forma, los investigadores, científicos e intelectuales deben citar como se les impone, a manera de ratas de laboratorio en condicionamiento o ya condicionadas en una caja de Skinner —el prócer del conductismo—, y si no se hace así, pues no tendrás tus “puntos” que te permiten tener dinero para tragar bien, o en el caso de un alumno, no tendrá su grado y en consecuencia, tampoco su beca para poder sostenerse.
En consecuencia, el “estilo APA” representa una forma de control que busca el sometimiento y control de la academia, que en esencia siempre debería ser subversiva. Esto mucha gente ingenuamente no lo ve, piensa que puede ser una manera práctica de proceder, aceptada por muchos, pero no se percatan de la carga ideológica que conlleva, que es un cultivo de la ignorancia, para mantener la dominación autoritaria, con lo que se busca “normalizar todo”, hacer patrones, estándares, muy acorde a la tonta y estúpida idea de “el método científico”, que es opuesta a la creatividad y la imaginación.
Como Javier Pérez Royo escribió (El País, 6 noviembre de 1998): “‘Le style c’est l’homme même’. La frase la dejó escrita Georges-Louis Leclerc, Conde de Buffon, en su disertación inaugural tras su elección como uno de los “cuarenta inmortales” de la Academie Française. Efectivamente así es. El estilo es lo que nos hace ser lo que somos, es la expresión de nuestra individualidad en tanto seres sociales. Es el resultado del ejercicio reiterado de la libertad personal ante las innumerables circunstancias independientes de nuestra voluntad en las que hemos tenido que ir definiendo lo que queremos ser. Ese estilo es, por tanto, el retrato. El de verdad. El físico y el psicológico. El retrato biográficamente construido, que refleja no sólo lo que somos, sino lo que hemos llegado a ser. Por eso, a partir de un determinado momento, el estilo queda fijado y únicamente admite retoques insignificantes.” Se pretende homogeneizar la manera de referir lo que se cita, en lo que uno se ha basado para desarrollar ideas, basados en los autores que nos inspiran y son nuestra guía. Precisamente por ello, en el diván del psicoanalista, es determinante detectar la puntuación y estilo del sujeto analizado, y por ello la importancia de las “marcas de corte”, que tienen su máxima expresión en “la escansión” para terminar una sesión psicoanalítica.
Las monarquías, las dictaduras, los gobiernos autoritarios buscan tener un mundo homogéneo y negar que en realidad el mundo es heterogéneo, como me enseñó mi abuelo Vicente antes de morir, en 1968. Ésa fue sin duda una de las enseñanzas más importantes para toda mi vida, y habría que buscar que toda la gente tuviera eso claro. Sin embargo, los sistemas de control buscan impedirlo y para ello funcionan los aparatos ideológicos del Estado, las iglesias, la prensa, los medios masivos de comunicación y el juego del teléfono descompuesto, que se da de manera cotidiana.
¿Cómo es posible que en la escritura científica y académica se busque imponer ataduras absurdas, más allá de las normas estilísticas que siempre deben ser respetadas. Se trata de una arbitrariedad, producto de los prejuicios, la ideología y un discurso que insiste en la idea incoherente de la “globalización”. Así es: “debemos escribir y sujetarnos a las mismas reglas en un mundo globalizado”, eso es lo que pregonan los que promueven esas ideas que buscan acabar con la diversidad, que es la base de la transformación, como la variación en biología es determinante para la selección natural, base se la evolución.
Como ha escrito Jean Franco: “En el prospecto para El periquillo Sarniento, Fernández de Lizardi insiste reiteradamente en la diversidad y heterogeneidad de su novela. Conocía a sus lectores: más que la unidad y la coherencia, les atraía una ‘miscelánea divertida, crítica y moral’, cuyos antecedentes se encuentran en la prensa de principios del siglo XIX.” Esto que es válido para la literatura, debe servir también como una reflexión para la ciencia, donde la creatividad no debe someterse a reglas que se prestan a estándares ciertos e infalibles, donde, como diría Feyerabend, el único principio válido es el de “todo vale”, idea crucial de su “teoría anarquista del conocimiento”, expuesta en su extraordinaria obra Contra el Método. La ciencia no puede someterse a ataduras, y ese inmundo estilo APA se convierte en una muestra emblemática de esa intención represora.
El Padre Ubú hubiera visto con beneplácito el sistema APA, pues en su reino buscaba el control total y ésa sería una forma de obligar a que lo poco que se escribiera estuviera sometido a los dictados del poder, siempre sometido al imperio del incremento de las phinanzas para el beneficio de los poderosos, que buscan simplificar las mentes y homogeneizarlas, pensando sólo en su beneficio.
¡Vamos a interrumpir aquí!
ubu.mexicano@gmail.com
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